domingo, 12 de noviembre de 2000

Mexquititlán

Agustín Escobar Ledesma
extranjeros en su tierra
La Jornada Semanal, 12 de noviembre del 2000

Mexquititlán

Santiago Mexquititlán es una población otomí o ñañho que se ubica al sur del estado de Querétaro, sobre la orilla del río Lerma. Entre su menú ancestral se encontraban un hongo modestamente alucinógeno (el jo dadäte) y la mariposa Monarca. Desprestigiados entre los españoles por los informantes nahuas; explotados como esclavos durante el porfiriato; menospreciados en la Ciudad de México, a donde van a pedir limosna y vender "chicles tipo americano", los y las ñañho de Mexquititlán a veces quedan atrapados en el inframundo del metro Insurgentes entre tragos de caguama e inhalaciones de cemento. El lingüista holandés EwaldHekking tomó su primera lección práctica de Severiano Andrés de Jesús hace veinte años: cómo espantar a las feroces bandas de perros que atacan a todo ser viviente en los despoblados. Ambos han publicado una gramática y un diccionario otomí-español, y Ewald no olvida llevar piedras en los bolsillos para arrojárselas al líder de la jauría, como Severiano le enseñó.





Santiago Mexquititlán, Amealco, es una población india a donde el servicio de electricidad llegó en 1967 y la carretera asfaltada en 1978. Es un mágico y misterioso lugar, cuyo toque de belleza corre a cargo de la multicolor vestimenta femenina que se suma al deleite visual de las flores del campo. Ubicado al sur del estado de Querétaro, separado de los estados de México y Michoacán por el río Lerma, sus dieciséis mil habitantes ñañho, distribuidos en las dispersas casas de los seis barrios, trabajan sin descanso.

Historia con minúsculas. Los ñañho de Mexquititlán pertenecen a uno de los pueblos más antiguos de Mesoamérica, y sus fiestas están directamente relacionadas con el ciclo agrícola. Entre sus prácticas figuraba la ingestión del jo nadäte, hongo alucinógeno que cambia la percepción de la realidad, y la mariposa monarca se incluía en su alimentación. A pesar de su antigüedad, es una de las culturas menos entendidas por los investigadores, debido, como lo apunta David Wright, "a los prejuicios étnicos de los nahuas, quienes dominaban el centro de México cuando llegaron los primeros europeos a la región. Cuando los hombres blancos preguntaron quiénes eran los otomíes, los nahuas contestaron que aquéllos eran "torpes, toscos e inhábiles", así como "muy perezosos" y hasta "lujuriosos". Las crónicas del siglo XVI, escritas en buena parte por nahuas (o por españoles trabajando con informantes nahuas), están llenas de opiniones denigrantes acerca de los otomíes".

Según Lydia van de Fliert, Santiago Mexquititlán fue fundado como tal en 1520 y perteneció a Xilotepec y, en 1942, pasó a formar parte del estado de Querétaro. También existe la versión de que la comunidad fue fundada por indígenas provenientes del valle del Mezquital, Hidalgo, lo que es reforzado por el nombre que lleva la población y que en lengua náhuatl significa "lugar de mezquites".

El porfiriato. Según la investigación de campo realizada en 1986 (titulada El otomí en busca de la vida) por el profesor bilingüe ñañho-español Severiano Andrés de Jesús, oriundo de Mexquititlán, y por la antropóloga Lydia van de Fliert, los lugareños más ancianos de la comunidad recuerdan que durante el porfiriato la vida de los ñañho valía menos que un comino. Francisco Monte Gachupín poseía siete haciendas: La Torre, San Felipe, Santa Teresa, La Concepción, Solís, San José Ixtapan y Molinos, en donde la población trabajaba de lunes a sábado en una época sin puentes vacacionales. El despertador de los peones era la destemplada y aguardentosa voz del mayordomo que gritaba a todo pulmón: "¡Ave María Purísima!", y ay de aquel que no atendiera la sagrada invitación al trabajo cuyo jornal diario era de veinticinco centavos para los hombres y ocho para los niños.

Posrevolución. Después de la Revolución de 1910, latifundistas y achichincles que los acompañaban huyeron a la Ciudad de México, ante el temor de que los otomíes colocaran reatas en sus blancos y finos pescuezos en vez de corbatas de seda. Veintidós años después de iniciado el movimiento armado y después de engorrosos trámites ante la Secretaría de la Reforma Agraria, el latifundio se convirtió en ejido y la comunidad india vivió quince años de progreso dentro de una relativa independencia social y económica.

La fiebre. En 1947 apareció en Mexquititlán la fiebre aftosa, acompañada del rifle sanitario y avionetas que sobrevolaron la comunidad con el pretexto de combatir la epidemia, pero lo que realmente hicieron fue envenenar los pastizales. Con la fiebre llegó el glorioso ejército mexicano con asesores gringos, quienes se robaron el ganado fingiendo que mataban a los animales. Al darse cuenta de que el relieve de los entierros no mostraba que las bestias estuvieran sepultadas, un otomí se resistió a entregar su ganado, lo que le costó la vida. Fue asesinado a sangre fría por los soldados frente a su mujer e hijos. Nada pudieron hacer palos y piedras contra las balas del ejército.

Días después, una comisión de siete otomíes fue a la capital de la república y permaneció tres días frente a Palacio Nacional con la finalidad de que les pagaran los daños. Por respuesta, la policía los echó con la promesa de ser ahorcados ahí mismo si no regresaban a su tierra. Desde entonces los habitantes de Santiago, por las pérdidas sufridas, emigran a distintas ciudades en busca de trabajo o limosna.

Dos Santiago. Una de las fiestas más representativas de Santiago Mexquititlán es la del Jueves de Corpus, celebración que también se realiza en las principales calles de la ciudad de Santiago de Querétaro, en donde los jerarcas católicos desfilan trepados en carros alegóricos tirados por tractores Masey Ferguson. Sentados en sillas de maderas preciosas, bajo un fastuoso templo de columnas dóricas de cartón, lucen regios mantos orlados de hilos de oro y empuñan báculos del mismo metal. El cortejo es escoltado por una procesión integrada por los Adoradores de Cristo, monjas y algunos fieles que sahúman a sus eminencias con aromáticas nubes de incienso, pétalos y papel de china picado.

Aunque en Mexquititlán el ritual también es católico, es totalmente distinto. Los cargueros salen de madrugada a ríos, montes, milpas y bosques para capturar animales vivos que colocan en ermitas provisionales (parecidas a las estructuras de los vendedores ambulantes de las ciudades) alrededor del templo mayor. Cada ermita tiene al centro una imagen sagrada a la que le cuelgan flores, ceras, frutas y panes en forma de águilas bicéfalas, tortugas, ranas o redondos soles, y es rodeada de listones multicolores.

Del marco de las ermitas los cargueros cuelgan los animales atrapados: conejos, tortugas, culebras, tlacuaches, ardillas, camaleones, pájaros, peces, etcétera. Algunos están enjaulados, embolsados o amarrados con alambres o hilos para que no huyan. La celebración se llama dängo ya zuÕwe (la fiesta de los animales). La comunidad lleva en andas a las divinidades al interior del templo mayor. La Dolorosa parece decir que las penas con pan son menos; el sangrante Cristo quisiera desatarse las manos para comer un plátano; a Santiago Apóstol el espadón se le convierte en un ramo de perfumadas gladiolas rojas.

Finalmente, los cargueros devuelven los animales al sitio en que los atraparon y los dejan escapar sin aplicarles la ley fuga, para que busquen la vida. Después, todo mundo comparte alegremente la comida y la bebida alrededor del templo, hasta que la luz solar se desbarranca en la profunda y negra noche para velar alegrías y tristezas.

La vida en rosa. Aquí, al igual que en otras comunidades indias, persiste la costumbre de usar los nombres propios como apellidos: "Yo me llamo Pablo Máximo Florencio porque mi bisabuelo se llamaba Gregorio Máximo, mi abuelo Francisco Máximo y mi papá Nicolás Máximo. A mi abuelo le tocó trabajar con los hacendados, cuando los peones se levantaban a trabajar primero que el sol.

"Yo empecé a los nueve años. A esa edad mi mamá me llevó a mí y a mi hermana a vender chicles tipo americano en la Zona Rosa; en dos horas vendía cinco cajas. Rentábamos un cuarto en San Juan de Aragón en donde dormíamos después de vender toda la noche. Había ocasiones en que una camioneta nos quitaba la mercancía y yo me ponía a llorar.

"A los doce años dejé a mi familia y me junté con unos vagos que también eran de Mexquititlán y que le entraban a las caguamas y al cemento. El Metro Insurgentes era nuestra guarida. Nos subíamos a un escondite en la parte alta de la estación formando una pirámide humana. Cierta ocasión que bajamos a comprar caguamas en una vinatería de las que abren las veinticuatro horas, nos apañó la policía, pero, aunque yo me pude escapar, dejé abandonadas mis cajas de chicles.

"A los catorce años regresé a Mexquititlán y a los quince me casé pero seguía tomando. Una vez en la fiesta de Corpus me puse pedo en las carpas de cerveza de los mestizos. Cuando se me acabó el dinero un amigo me invitó un trago, pero en lugar de coca, le puso petróleo a la bebida, por poco y me ahogo. Cuando me quedaba tirado mi mujer se sentaba a mi lado y de ahí no se movía hasta que yo despertaba. En cierta ocasión, ante una caguama, me pregunté: "Si me muero, ¿qué les voy a dejar a mis cinco hijos?" No quiero que mis niños vayan a la Zona Rosa a vender chicles tipo americano."

Lengua. En Mexquititlán existen jaurías que deambulan por los parajes solitarios. Son perros bravos que parecen policías, corretean a la gente para morderla. Cuando el lingüista holandés Ewald Hekking conoció este lugar, hace veinte años, lo primero que aprendió de Severiano fue la manera de defenderse de los canes. Cuando se encontraban con los perros, Severiano lanzaba con gran tino una piedra dentro del hocico del líder canino. "Así, Ewald, fíjate." Enseguida el cabecilla se iba con la cola entre las patas, al igual que sus seguidores. De ese modo, entre vocablos, sustantivos, adjetivos, perros bravos y secretos ancestrales, Ewald se fue familiarizando con el mundo otomí.

Ewald y Severiano trabajan en la reconstrucción del fragmentado espejo de obsidiana otomí. Después de varios años, como producto de sus investigaciones tienen dos libros publicados: uno de gramática y un diccionario otomí-español (aunque desde hace años tienen lista una ampliación del diccionario que ahora incluye la variante dialectal de Tolimán, no hay instituciones que lo editen). Con su obra han demostrado que el concepto negativo que los primeros españoles tenían del idioma ñañho era sólo un prejuicio. En la Relación de Querétaro, Francisco Ramos de Cárdenas afirma que los otomíes de Querétaro "son muy bárbaros y tardos en entender las buenas costumbres que les enseñan, y es muy grande parte la barbaridad de su lenguaje porque aunque han trabajado en esto los ministros del santo Evangelio con mucha curiosidad, no se han podido imprimir libros de las cosas tocantes a nuestra santa fe católica como las demás lenguas de esta tierra, por la dificultad de la ortografía en la pronunciación, porque una cosa diciéndola aprisa o despacio, alto o bajo, cada una de estas maneras tiene su significación y quiere decir cosa distinta, apartada una de otra, y aunque se ha probado a imprimir una doctrina cristiana [que] verdaderamente la entendieron los naturales, y así es gente más incomunicable e intratable a los españoles que las demás naciones de esta tierra" (Wright, 1989).

Como los antiguos marineros, Ewald y Severiano luchan contra viento y marea para impartir el idioma otomí en la Universidad Autónoma de Querétaro y en las aulas del videobachillerato de Mexquititlán, escuela que durante varios años estuvo en una maquiladora abandonada. Ewald llega a la comunidad con piedras en los bolsillos de su chamarra, para ahuyentar a las jaurías.

La muñeca fea. En casi todas las casas de los barrios de esta comunidad, tras cumplir con las labores del hogar, las mujeres y las niñas ­en algunos casos ayudadas por los hombres­ elaboran hermosas muñecas de trapo, fieles retratos de la multicolor indumentaria femenina que llevan a vender a diversas ciudades del país: Salamanca, León, Morelia, Puerto Vallarta, Mexicali, Cabo San Lucas, Monterrey, Tijuana y Matamoros. Hay dos urbes que evitan: México, por la inseguridad, y Querétaro, desde que es gobernada con orden, honradez y ornato por las autoridades panistas que no permiten a los otomíes ganarse la vida en la vía pública.

Y yo que me la llevé al río... Cerca de Donicá corre el río Lerma, que en época de estiaje lleva escasa agua color Coca Cola. Aunque en la temporada de lluvias el caudal es enorme, a nadie en su sano juicio se le ocurre bañarse, ante el temor de adquirir ronchas en la piel. Cuando borregos, vacas, y chivos llegan a beber estas aguas, se enferman. Es por eso que sólo son utilizadas para regar algunas milpas en las que florece maíz, frijol, chile, garbanza, lenteja, etcétera.

De algunos años a la fecha, los otomíes cultivan de manera intensiva la cempoalxóchitl, flor que durante miles de años ha mantenido una importante función ritual en torno a las ánimas. Bachoco y Pilgrims compran la producción de flor para alimentar pollos de engorda. Los fabricantes de pastas comestibles también la adquieren para teñir sus productos.

En Mexquititlán hay lo mismo ejidatarios que comuneros y pequeños propietarios. Los más afortunados (unos cuantos) tienen parcelas de riego con el agua del río; otros deben pagar por el agua de los pozos y la mayoría sólo posee parcelas de temporal. Casi todos prefieren el cultivo de la flor, ya que les reditúa mejores dividendos que el maíz en el que invierten tres pesos y recuperan dos. Sin embargo, con la cempoalxóchitl también tienen pérdidas, ya que los compradores se llevan la producción y no la pagan.

Salucita. Los médicos del centro de salud que atienden a Barrio Centro, Barrio II, Barrio III y Barrio IV informan que los niños son los que más sufren las consecuencias de la pobreza en la que se debate la comunidad. Para empezar, hay cientos de infantes con desnutrición que la ciencia médica califica como leve; durante la temporada de calor y lluvias atienden por semana a cerca de treinta niños enfermos de diarrea; durante el invierno alrededor de veinte niños por semana padecen de las vías respiratorias. Comparadas con el promedio en núcleos de población urbana, estas cantidades son completamente desproporcionadas.

Para la mayoría de las mujeres la violencia intrafamiliar es "normal", tanto como las infecciones vaginales. Al año fallecen cuatro personas en promedio por cirrosis hepática, tanto hombres como mujeres. El año pasado hubo tres muertes causadas por el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida, por sus macabras iniciales), enfermedad que ha aparecido en la zona debido a que se ha incrementado el número de personas que van a trabajar a la frontera y a los Estados Unidos.

La resistencia. A Juan y Nicolás Pérez Domínguez les ha tocado bailar con la más fea. Pertenecen a la agrupación de fiscales, cantores, cargueros y mayores de Mexquititlán, grupo conservacionista (que no es lo mismo que conservador) que históricamente ha luchado porque no desaparezca la cultura ñañho. Los hermanos incluso han sido perseguidos por la ley debido a su oposición ante la intromisión de instituciones eclesiásticas y gubernamentales en Mexquititlán. En 1987 vivieron a salto de mata por las denuncias interpuestas en su contra cuando se opusieron al sacerdote Manuel Paniagua, quien intentó prohibir las festividades comunitarias.

Actualmente hay una fuerte polémica, que ha dividido a la población y que puede generar violencia. El pretexto gira en torno a la utilización de velas en el interior del templo mayor, práctica ancestral en los rituales a las divinidades, que un grupo de personas pretende erradicar, apoyado por el Centro Regional del INAH de Querétaro, ante la preocupación de cargueros, fiscales, cantores y mayores.

A pesar de todo, en Santiago Mexquititlán, cuyo imaginario colectivo es habitado por naguales, seres sobrenaturales que con su poder se transforman en burros de cinco patas, la vida no se detiene ni se acaba.

viernes, 7 de abril de 2000

Tras las rejas, Montiel Flores recibió el galardón Goldman

VIERNES 7 DE ABRIL DE 2000

* Se impidió el acceso de los medios al reclusorio


Tras las rejas, Montiel Flores recibió el galardón Goldman

* Ojalá el premio sirva para que sea liberado: Alvaro Umaña

La Jornada/ El Sur, Iguala, Gro, 6 de abril *

El campesino ecologista preso Rodolfo Montiel Flores recibió este jueves el Premio Ambiental Goldman en el reclusorio de esta ciudad, sin que las autoridades carcelarias permitieran el acceso a los medios de comunicación.

El representante de la Fundación Goldman, Alvaro Umaña, uno de los miembros del jurado que determinaron la entrega del premio, acompañado por el representante de Amnistía Internacional, Diego Zavala, así como del enviado de la organización ambientalista Sierra Club, Alejandro Queral, entregó el galardón al preso Rodolfo Montiel en las oficinas del director del Cereso, Alfonso Velasco Castrejón. En el acto también estuvieron el director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, Edgar Cortez, quien lleva la defensa jurídica de los ecologistas presos, y los abogados Digna Ochoa y Jorge Fernández.

Tras la puerta de malla ciclónica, los reporteros le preguntaban al director del Cereso si se permitiría la entrada. "Eso yo no lo puedo autorizar", dijo Velasco Castrejón.

­¿Por qué no se nos permite entrar?

­Son órdenes de arriba.

­¿Esta es la política que hay para los medios en Guerrero?

Guardó silencio y sólo movía las manos.

Una reportera de televisión le pidió que se comunicara con sus superiores para que se autorizara la entrada a los medios. Velasco Castrejón respondió que sí, pero no lo hizo.

Otro reportero que venía de Chilpancingo comentó que él se había entrevistado ayer con el secretario de Seguridad Pública del estado, Luis León Aponte, el cual le dijo que no se permitiría la entrada a los medios. Sin embargo, se supo que en el Cereso de Tuxpan, en donde están recluidos los ecologistas, se habían hecho algunos preparativos para que estuvieran presentes los periodistas.

Alguien comentó que "sólo se permite el acceso a la prensa a actos que le benefician al gobierno, como este no es el caso Stanley, cómo nos van a dejar entrar. Lo que quieren es que no veamos que sí son presos de conciencia y no por lo que los acusan".

Los periodistas esperaron hasta la salida de los representantes de las organizaciones internacionales. Alvaro Umaña, a petición de Rodolfo Montiel ­según informaron­, entregó una estatuilla en forma de culebra comiéndose su propia cola a los miembros de la comunidad de El Mameyal que continúan su lucha por la defensa de los bosques. "El premio es resultado del trabajo de la organización de los campesinos ecologistas y de la comunidad", dijo el director del Pro Juárez.

El premio lo recibieron los miembros de la Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán, Jesús Cortés Santana y Perfecto Bautista Martínez.

Alvaro Umaña leyó un mensaje de Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera que dice: "Quiero dar las más humildes y respectivas gracias a las organizaciones que sí nos escuchan, que tienen un fino corazón de humanos, que sí tienen amor por la humanidad. Porque la ecología es el verdadero futuro de nuestros hijos y de nuestros nietos, y de los hijos que ellos tienen y que nos impiden destruir toda la humanidad. Creo que es una lucha que juntos podemos llevar, ya que nadie puede vivir sin respirar y sin el producto del campo. Y si el campo nos responde y nos da vida, ¿por qué no responder nosotros y cuidar por él? Gracias a las organizaciones por el gran apoyo que nos dan, y por este reconocimiento como compañeros. Atentamente sus servidores, compañeros y amigos, Rodolfo Montiel Flores y Teodoro Cabrera García".

Edgar Cortez informó que el arresto de Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera es uno de los casos de ambientalistas en el mundo que han sido reprimidos por su lucha. Señaló que las organizaciones internacionales y mexicanas hacen "un gran esfuerzo por la defensa de los derechos humanos, por la protección de los bosques y de las garantías individuales de los campesinos y de los indígenas de nuestro país".

Alvaro Umaña explicó que se decidió hacer la entrega del premio a Rodolfo Montiel por su trabajo en la defensa de los bosques de su región. "El premio Goldman tiene que ser para un ambientalista popular de base. No un educador o un científico ni nadie que trabaje con los gobiernos. Debe ser gente de base que ha expuesto su propia vida y la de sus conciudadanos para proteger al medio ambiente. Y Rodolfo Montiel Flores cumple con esos requisitos".

Este tipo de premios se entregan desde 1990. Se conceden seis premios anuales, uno por cada continente y le correspondió a Rodolfo Montiel el de América.

­¿Este premio puede influir en la liberación de Rodolfo Montiel? ­preguntó un reportero.

­Esperamos que sí, porque creemos que cuando sus compatriotas se enteren de los héroes que tienen en su propio seno (en referencia a Montiel y Cabrera) van a tomar acciones que conduzcan a la liberación inmediata de los campesinos que han sido encarcelados ­respondió Alvaro Umaña.

jueves, 6 de abril de 2000

Rodolfo Montiel recibirá en prisión el Premio Ambiental Goldman

* El campesino, encarcelado desde mayo del 99 por oponerse a la tala


Rodolfo Montiel recibirá en prisión el Premio Ambiental Goldman

* Con su organización, se enfrentó a los intereses de trasnacionales en la sierra de Guerrero

Blanche Petrich, enviada, Iguala, Gro., 5 de abril *
La Jornada
Jueves 6 de Abril de 2000

En la sierra de Petatlán, Guerrero, poco antes de llegar a las alturas del Filo Mayor, quedan apenas algunas franjas de lo que hace una o dos décadas era bosque tupido. Rodolfo Montiel, serrano sin parcela propia, semianalfabeto y decididamente romántico, se empeñó en preservar las arboledas sobrevivientes, con una lógica sencilla: ''Sin árboles, las nubes se van de paso, los rayos del sol se vuelven más calurosos, como si tuvieran pilas nuevas. Sin sombra se secan los ríos y los arroyos; sin agua no hay cosechas, en perjuicio de los campesinos y los profesionistas que comen esas cosechas''.

Con esa preocupación trabajó durante años para "despertar" a otros campesinos. En 1998 formó la Organización de Campesinos Ecologistas, la cual logró, con paros y bloqueos, interrumpir ­al menos en apariencia­ un contrato de venta de madera entre la Unión de Ejidos Rubén Figueroa y una trasnacional estadunidense, la Boise Cascades. Pero su lucha se atravesó en los intereses y las complicidades de los taladores, los caciques y los militares, por lo que el 2 de mayo de 1999 fue detenido violentamente, junto con Teodoro Carrasco, un compañero de su organización, acusado de ser guerrillero y narcotraficante.

Preso en el Cereso de Iguala, reacciona con sarcasmo ante la noticia de que ha sido premiado por una importante institución internacional. ''¿Cómo está eso? El gobierno mexicano me está premiando con la cárcel. ¿Con qué me van a premiar las organizaciones extranjeras? Con que no sea un premiecito como ese". La ancha sonrisa de este hombre de 48 años descubre una dentadura destruida por los rigores de la pobreza rural.

Este jueves recibirá en la prisión de esta ciudad la visita de un miembro del jurado de la Fundación Goldman y de varios representantes de Amnistía Internacional y de Sierra Club, que le comunicarán oficialmente los detalles del reconocimiento. Entonces su causa, la lucha contra los taladores de los bosques de su sierra, habrá saltado los muros y las alambradas del Cereso para llegar a muchos y muy importantes foros mundiales.

Lo que él desearía lograr con esa novedosa difusión de su caso, es reactivar la resistencia contra los talamontes de la Sierra de Petatlán, sobre todo porque aunque la Boise se retiró, nuevas empresas han tomado su lugar. Es el caso de la empresa Tableros y Chapas de Guerrero, de capital ciento por ciento español, que baja diariamente entre 30 y 40 camiones de alto tonelaje hacia su planta de Zihuatanejo, arreando los últimos restos del bosque, por la ruta Vallecillos-San Antonio.

El pacto entre Boise Cascades

y Unión de Ejidos

Cuando se recorren los diferentes caminos que suben desde la carretera Acapulco-Zihuatanejo hacia los lomos de la Sierra Madre del Sur, conocidos como Los Filos, que luego bajan a Tierra Caliente, se observa que los bosques han retrocedido y sobreviven sólo en las alturas. Pero Montiel, que suele caminar esas serranías, recomienda un recorrido aéreo, ''para que vean bien''. ''Hay tramos que todavía tienen árboles a las orillas de los caminos, pero adentrándose en el monte se ven las grandes zonas calvas, los desiertos que se están formando''.

La tala ilegal en esa región data de hace años, pero en 1997 la deforestación se aceleró: las motosierras no paraban ni de noche ni de día, "talando recio". Los lugareños contaban hasta 30 trá Montiel en agosto de 1998, en una reuni—n de la Organizaci—n de Campesinos Ecologistas n Foto: Maribel GutiŽrrez ileres diarios, cargados hasta el tope de troncos, en la ruta de Los Filos hacia Papanoa, en la carretera costera a Zihuatanejo. Desconocían que, a su nombre, la Unión de Ejidos Rubén Figueroa había aceptado un contrato de abastecimiento de madera con una transnacional estadunidense, la Boise Cascades, que implicaba cortes ilimitados de bosque en 14 ejidos de la sierra, sin control ni plan, con la venia del gobierno del estado y de la propia Semarnap. Montiel y su grupo de ecologistas se inconformaron y empezaron las protestas.

Al principio, la organización no tenía nombre. ''Nos llamábamos los destetadores, queríamos destetar de golpe a los que estaban pegados a la ubre del bosque", dice Montiel con su singular sentido del humor. En 1997 hicieron el primer paro, bloquearon caminos e impidieron el paso de los camiones madereros hacia la carretera costera. Durante un tiempo cesó la tala. Pero pronto vinieron encima nuevos conflictos con los aserradores locales. La Boise en tanto reclamaba el cumplimiento de su contrato.

En febrero de 1998 realizaron el segundo paro. Cerca de 100 ejidatarios cerraron el paso a los tráileres con una manta que decía: "Alto a la deforestación". Fue el definitivo.

Entonces les vino encima el poder de Bernardino Bautista, el cacique que controla la ruta El Durazno-Santa Rosa. La organización tiene en su archivo copia de una carta dirigida por Bautista al comisario. Dice: ''No vamos a parar el trabajo sólo por 15 pendejos. Tenemos compromisos que cumplir''. En ese periodo ­entre mayo y julio de 1998­ se registran en el municipio tres asesinatos de campesinos cercanos a la organización ecologista: Aniceto Martínez, de 22 años; Elena Barajas, de 18, y Romualdo Gómez, de 16.

Antes del segundo paro, la organización había enviado ­sin recibir respuesta­ numerosas denuncias a la secretaria del Medio Ambiente, Julia Carabias, a la Profepa, y al delegado de Semarnap en Guerrero, Pablo Arjona. Este accedió a reunirse con la organización y fijó fecha para la cita. Pero en vez de reunión, una partida de militares llegó a El Mameyal buscando directamente la casa de Montiel. El no estaba, pero hicieron un cateo.

­¿Fue coincidencia?

­Más bien traición ­responde.

Este funcionario, Arjona, envió el 4 de febrero una carta a su jefa, Julia Carabias, afirmando que la organización de campesinos ecologistas ''buscaba favorecer a grupos subversivos armados o cultivadores de estupefacientes''. Fue destituido después de ese reporte, pero el daño estaba hecho. El operativo militar estaba en marcha.

"Ni a la w del abecedario"

La historia de Rodolfo Montiel es común a muchas otras de estos rincones. Su familia es originaria de una comunidad del municipio de Coyuca de Catalán. Su padre arrendó sus tierras a un poderoso del pueblo, Agripino, para que ahí pastara su ganado. Pero cuando pretendió cobrar, o que le devolvieran el predio, sufrió un atentado. La familia tuvo que emigrar y avecindarse en El Mameyal. Rodolfo tenía entonces seis años.

Por la pobreza no tuvo escuela ­''no llegué ni a la w en el aprendizaje del abecedario''­ y sobrevivía de vender atados de leña: 30 leños por un peso. Su padre y él se dedicaban a recorrer la sierra de punta a punta, con sus cuatro mulas, comprando y vendiendo mercancías. Recuerda los árboles de entonces, enormes, umbrosos, y los caminos del bosque tapizados de hojarasca.

Cuando se casó con Ubalda, ella muy jovencita entonces, compraron una moto de tres ruedas. En los caminos serranos, estos pequeños vehículos son los únicos que suben por las brechas. Su negocio era vender ropa interior de ranchería en ranchería. Del dinero de la venta, y muchas veces de lo que dejaba la venta de enchiladas de Ubalda, Rodolfo tomaba dinero para su incipiente organización. Con algunos cuantos ­Juan Bautista, Braulio, Felipe Arriaga, Dagoberto Gómez, Ruperto, otros más­ compraban gasolina, pedían un camión prestado, se abastecían de refrescos y se lanzaban por los caminos a ''despertar al campesino'', dice Teodoro, que fue uno de los ''despertados''.

No conocían la palabra ecología en ese tiempo. Pero Montiel constataba que los arroyos desaparecían y los ríos se convertían en arroyos. Recuerda que de chamaco bastaba echarse al agua y atrapar, en un abrazo, un gran montón de hojas para pescar una cubetada de camarón de agua dulce. Ahora, "batalla uno para atrapar un pinche camaroncito".

Un amigo suyo, Alfredo Chávez, ya mayor, michoacano de El Coyolito, fue el que le explicó ciertos fenómenos que venía observando. Ya cuando se sintió fuerte en esos conocimientos se dijo: "Ahora sí, a despertar a otros". Le puso nombre a los problemas de la deforestación, la erosión, la vaporización de manantiales, las sequías que empezaron a padecer... Fue documentando desastres que nadie registró. En El Venadito se secaron unos pantanos en los que durante todo el año ''lloraba el agua''. En La Limona se secó una laguna. El río Petatlán lo cruzan ahora los niños en los meses de resequedad y apenas se mojan la orilla del pantalón. Las lluvias, que cuando muy tarde empezaban a caer el día de San Isidro (15 de mayo), demoraban hasta junio o julio.

El operativo de Ajuchitlán

Al iniciar mayo del año pasado, Montiel y Ubalda se encontraban en Tierra Caliente ofreciendo su mercancía en las rancherías. Ubalda propuso visitar a unos parientes a Ajuchitlán del Progreso. Ahí se encontraban el 2 de mayo, en casa de Teodoro Cabrera, de 49 años, cuando llegó una partida de soldados disparando. Uno de los lugareños cayó abatido. Montiel y Teodoro fueron detenidos. Dos días permanecieron en un puesto de mando, donde fueron torturados. Luego fueron trasladados al batallón de Altamirano. Montiel reconoce: "Después de tanta tortura ya les suplicábamos a los soldados: pues digan qué quieren que declaremos, lo que sea". Siembra de amapola, portación de armas, pertenencia al EPR... aceptaron todo. Hasta el quinto día fueron turnados a la autoridad civil. El Ministerio Público aceptó, sin chistar, las declaraciones previas que les habían sido arrancadas bajo tormentos.

Un año después, ambos hombres tienen aún secuelas de la tortura (hernias, padecimientos en los testículos, fiebres). Cuando repiten por enésima vez su arresto, la indignación vuelve a aflorar. Ahora son prisioneros de conciencia.